Hoy os traigo una receta especial de pan, el pan de Calatrava. Y es especial porque no es realmente un pan, sino un postre. En realidad es como un pudin, pero en el que en vez de usar pan se utilizan magdalenas o bizcochos.
He quedado sorprendido de lo jugoso que ha salido, ya que lo recordaba algo más denso. Es una maravilla la textura de la magdalena entremezclada con el flan y el intenso sabor del caramelo y el limón. Con decir que cuando me he dado cuenta le he tenido que hacer la foto para el blog casi al último trozo, os podéis hacer una idea. En casa ha volado.
Todas las recetas que he visto por la red se basan en al menos un litro de leche, pero a mi me parecía demasiada cantidad, ya que a ese volumen hay que añadirle luego los huevos y las magdalenas, así que la he reducido proporcionalmente y es la que ahora os paso. Por cierto, esta que os dejo está basada en la que me ha pasado una verdadera murciana (gracias María Esther), así que espero haberlo hecho bien.
Para un molde de 1 litro necesitamos:
- 500 ml de leche
- 100 gr de azúcar
- 4 huevos medianos
- 3 o 4 magdalenas grandes
- Caramelo líquido (casero o comprado)
- Aroma (cáscara de limón o de naranja)
- Un poquito de canela en polvo o un trozo en rama.
Ponemos la leche a calentar, con el azúcar y la cáscara del limón dentro. Si no tenemos limón como me pasó a mi, bien vale una naranja, aunque en el último momento me acordé que tenía un botecito de aroma de limón y opté por echarle unas gotitas que lo sustituyeron perfectamente.
Sin dejar que hierva la leche, batimos los huevos y se los echamos. Mantenemos el fuego medio durante uno o dos minutos hasta que espese ligeramente, removiendo continuamente para que no se pegue.
Es el momento de echar un pelín de canela en polvo, previa retirada de la cáscara de limón. Si tienes canela en rama, se la pones a la leche desde el principio y se la quitas ahora junto con el limón.
Como veis yo me quité de líos y usé aroma de limón y canela en polvo. Un método más directo y sencillo, aunque es cierto que menos ‘natural’.
Apartamos el cazo del fuego y cubrimos el molde con caramelo líquido. Yo usé del comercial, pero podéis hacerlo perfectamente en una sartén con azúcar como toda la vida.
Sobre el caramelo partimos las magdalenas por la mitad y las repartimos por el molde. Tampoco es necesario que cubra todo perfectamente. Precisamente lo gracioso de este postre está en encontrarte unos trozos más grandes que otros en cada bocado.
Os recomiendo que utilicéis magdalenas de calidad, que mantengan su forma y cierta densidad cuando se empapen de flan. No se trata de encontrar una miga blandorra, sino en reconocer en cierta medida el sabor y textura de la magdalena.
Ya sólo queda echar por encima el flan y meterlo al horno al baño María. Para ello buscaros una bandeja o cacerola que podáis meter al horno, con una altura tal que permita dejar sumergido vuestro molde hasta la mitad.
Dejamos en el horno a 180 durante unos 30 minutos, en la primera o segunda altura del horno. No lo pongáis en medio del horno a no ser que podáis encender sólo la parte de abajo, sino se cocerá por arriba como un bizcocho en vez de recibir el calor desde abajo, al baño María, que es de lo que se trata.
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| 15 minutos. Empieza a cuajar |
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| 35 minutos. Ya lo podemos sacar |
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Cuando veamos que aparenta estar cuajado introducimos un cuchillo y si sale limpio ya estará listo.
Sacamos y aun en caliente, con la ayuda de un paño para no quemarnos, le damos unos pequeños meneos de lado a lado para que se separe fácilmente del molde. Si no hacemos esto podemos introducir luego un cuchillo por los bordes para separarlo, si fuera necesario.
Una vez frío lo cortamos y acompañamos si queremos con un poco de nata montada.
No se si es porque era la primera vez que lo hacía, pero en casa nos ha encantado a todos.
Finalmente deciros que hay gente que no hierve previamente la leche, sino que la mezcla en frío con el azúcar y los huevos y lo vierte directamente al molde, sobre las magdalenas. Esto aunque resulte más sencillo implica al menos la necesidad de usar más tiempo de horno para conseguir que la mezcla se caliente. Desconozco si el resultado es igual de bueno que el que he usado yo. Ya os contaré si lo pruebo.
Os adelanto que, si bien esta receta la hice un poco a ciegas, tirando de recuerdos ajenos y descripciones imprecisas, finalmente me quedó bastante claro lo que tenía que hacer y cómo. De modo que ya tengo otra versión mejorada, deseando ver la luz y que presumo os encantará. Por último, como sabéis, las tartas decoradas con merengue (al menos de esta manera) hace décadas que no tienen muchos amigos, aunque ahora parece que se le ve resucitar un poco, al pobre. De todos modos, si el merengue no te gusta, puedes cambiar la decoración final a tu antojo y que vaya acorde con los sabores del relleno. ¡A tartear!.
